En un país donde pagamos cada céntimo de la luz como si fuera oro líquido, ¿cómo es posible que las comercializadoras eléctricas tengan que cargar ahora con las consecuencias de un apagón que ellas no provocaron? Esta pregunta no la lanza un consumidor enfadado, sino las propias empresas eléctricas, hartas de que el sistema las castigue por fallos que no controlan.
El día en que todo se apagó… y se encendió una crisis
Fue el 28 de abril de 2025. Un apagón histórico dejó sin datos a miles de contadores en toda España. Lo que parecía una incidencia puntual se ha convertido en una tormenta perfecta para las pequeñas y medianas comercializadoras eléctricas. ¿La razón? La CNMC decidió usar estimaciones para facturar esos días… y ahora las eléctricas deben devolver dinero que nunca cobraron.
«No fue nuestro fallo. No gestionamos los contadores. No generamos la energía. Pero nos hacen pagar a nosotros.»
Así lo resumen varias comercializadoras independientes que, desde entonces, no han dejado de recibir correos de clientes confundidos, enfadados y con toda la razón del mundo.
Una factura injusta… que nadie sabe cómo explicar
Imagina que vendes entradas para un concierto. La sala se queda sin luz y nadie puede entrar. Pero luego te obligan a devolver el dinero… aunque el evento ya se celebró y tú pagaste a los músicos.
Eso es lo que sienten las comercializadoras ahora mismo.
La CNMC, en lugar de esperar a tener los datos reales del consumo, decidió aplicar estimaciones artificiales, sin distinguir entre clientes reales y condiciones extraordinarias. ¿El resultado? Reclamaciones masivas, devoluciones forzosas y un agujero económico que pone en jaque a muchas compañías.
¿Quién protege a las pequeñas?
Las grandes eléctricas tienen músculo financiero y recursos para gestionar este tipo de imprevistos. Pero las pequeñas comercializadoras —las que han apostado por ofrecer energía 100% renovable, tarifas más justas y atención personalizada— están al borde del colapso.
Algunas ya han tenido que congelar campañas de captación. Otras han solicitado financiación para sobrevivir al verano. Y todas se preguntan lo mismo: ¿por qué tenemos que pagar los platos rotos de un error ajeno?
Lo que se exige no es compasión, es justicia
Desde varias asociaciones de comercializadoras se ha solicitado a la CNMC una revisión urgente del sistema de liquidaciones. No se pide un favor, se pide sentido común: esperar a tener los datos reales de los contadores antes de obligar a devolver dinero.
La propuesta es clara: que no se sancione a quienes no tienen control sobre los sistemas de medida ni sobre la infraestructura de red.
¿Y el consumidor?
Tú, que estás leyendo esto desde tu casa en Valencia, A Coruña o Zaragoza, también estás implicado. Porque si las pequeñas comercializadoras desaparecen, solo quedarán las grandes. Y ya sabemos lo que eso significa: menos competencia, menos opciones, más precios inflados.
Lo que está en juego no es solo el equilibrio del mercado eléctrico. Es el derecho a elegir. A tener una energía más limpia, más justa y con rostro humano.
¿Hasta cuándo aguantaremos?
Hoy son ellas. Mañana podrías ser tú.
La energía no puede gestionarse como si fuera un Excel sin rostro.
Es hora de que se escuche a quienes están en primera línea, tratando de hacer las cosas bien.
Y de que las instituciones de este país protejan a los pequeños antes de que sea demasiado tarde.
No se trata solo de electricidad. Se trata de equidad. De proteger a quienes innovan, arriesgan y compiten para ofrecernos un mejor servicio.
¿Vamos a mirar hacia otro lado otra vez?
¿O vas a levantar la voz también tú?